De tapas por León. II

Sigo con el tema de la entrada anterior y el turismo gastronómico en la ciudad de León. El viernes nos llevaron a cenar a Valdevimbre un pueblo a unos 30 km de León que está lleno de cuevas excavadas en la montaña, antiguamente eran bodegas y a día de hoy la mayoría se han convertido en restaurantes. Nosotros fuimos a cenar a la Cueva del Túnel, que es la primera que se convirtió en restaurante según nos ilustraron nuestros amigos leoneses. La cueva es magnífica, es un laberinto excavado en la tierra, a medida que nos adentrabamos en el local se iban abriendo salas y más pasillos, de manera que el local parece no tener fin.




La decoración es de estilo moruno, las luces tenues, los comedores con pocas mesas y lo suficientemente espaciadas para crear un ambiente muy cálido y confortable. El único defecto que le encontré fue el aroma de incienso que era demasiado intenso, un poco mareante.







Eramos 6 personas para cenar y como querían que probáramos platos típicos de la tierra pedimos varias raciones para compartir. Primero una ensalada mixta, que de típica no tiene nada pero que estaba muy buena. Las fotos salen muy oscuras porque la luz en la cueva es muy suave.



Morcilla con huevos rotos, los que la probaron aseguraron que estaba exquisita.


Tortilla guisada, era la primera vez que la comíamos, nos pareció un poco aguada, la salsa demasiado líquida y sin ligar, desconozco si tiene que ser así.


Chorizo asado al Prieto Picudo, el vino típico de la zona, muy rico, sin nada de grasa y un poco picante. El resto de los platos, fueron picadillo, callos y mollejas a la plancha. Yo solo tomé el picadillo que estaba muy bueno y, según el paladar de los demás comensales, todo estaba delicioso. Eso sí, con bastante picante para quien no está acostumbrado.
De postre nos animamos con la tarta de queso al horno, muy suave y cremosa.



El sábado nos dirijimos a la Plaza Mayor para hacer las últimas compras en el mercado. Este mercado es una maravilla, ocupa todo el espacio de la plaza y en él podemos encontrar frutas y hortalizas, flores, brotes y semillas, frutos secos, quesos y, cómo no, embutidos. Todos los productos son de agricultores de la zona y los productos de primera calidad. ¡Daba ganas de llevárselo todo!


Fijaos en la cola que había para comprar quesos y embutidos, pero os puedo asegurar que merece la pena esperar.




Las lombardas tenían un aspecto magnífico, cerraditas y brillantes.

Y claro, esto de andar por el mercado rodeados de comida pues abre el apetito y para solucionarlo nada como una cañita un tapina.
En este caso fuimos al Tizón y nos pusieron tapa de gambas cocidas, ahí me veis en pleno proceso.


La siguiente parada fue en la Parrilla del Húmedo, aquí nos dieron a elegir tapa: gambas con gabardina o asadurilla (vísceras de cordero), la que escribe se pidio las gambas porque las vísceras ni en foto. Transmito la opión de Iván y compañía de que estaba muy buena.


Del barrio Húmedo nos fuimos a Eras de Renueva ya que somos incondicionales de varios locales de la zona, uno de ellos es el famoso Chorco, os dejo una foto del anterior viaje para hacerle justicia, para que veais que las tapas (fuera de Semana Santa) son una maravilla. La paella estaba deliciosa, y las minipaelleras son muy graciosas; la otra tapa es de oreja y según Iván es la mejor que ha probado.


Como era Semana Santa nos tocó tostadas, que también estaban muy ricas, todo hay que decirlo.


Otro de nuestros locales favoritos y que todavía no habíamos visitado es la Cruz Blanca, aquí tiene limonada de sidra todo el año y está deliciosa.
Este pingüino tan gracioso nos da la bienvenida a la entrada del local.


Aqui nos ofrecieron de tapina rabas de calamar y alitas de pollo, todo muy rico.



Y después de todas estas tapas ¡todavía fuimos a comer! Chari nos esperaba en su casa con esta descomunal paella y una gran fuente de albóndigas. Que rico estaba todo: Chari eres una cocinera estupenda!





Sí, ya sé lo que estais pensando, efectivamente, vinimos gordos como pipotes, debimos de engordar a quilo por día, más o menos. Tras semejante festín ahí que nos vamos otra vez de procesión, en este caso con valor añadido porque desfilaba Javi, el hijo de Chari y Jose y daba gusto verlo con su uniforme de gala llevando una bandera. Es la Cofradía del Santo Cristo del Desenclavo, en esta foto vemos a los representantes de las cofradías de la ciudad a la salida de Santa Marina la Real.





El Santo Cristo del Desenclavo delante de la catedral.


A los pequeños papones les encanta dar la mano a la gente que ve las procesiones, este pequeñín iba con su manita dispuesta para que alguien se la estrechase, ¡no lo podía decepcionar!

Tras la procesión nos despedimos de León hasta el próximo viaje.
Aprovechamos para dar las gracias desde aquí a Luís, Luisa, Chari, Jose, Javi y Jorge por su hospitalidad y lo bien que nos los hicieron pasar durante estos días.
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